jueves, 29 de agosto de 2013

Borroso



No recuerdo muchas cosas de cuando nací, es más no me acuerdo de nada, ni siquiera de la suave piel de mi madre, tampoco de su rostro, sus manos, su pelo, y mucho menos de su olor, pero hay algo que recuerdo solo porque siguió  siendo el mismo y no sufrió cambios con el tiempo, es sin duda su cariño y afecto, el cual me entrego “ incondicionalmente” como dice Fromm, sin preguntar, sin cuestionar nada, solo lo hizo porque yo soy su hija, seguramente fue difícil a los diecisiete años hacerse cargo de un ser pequeñito que lloraba y se quejaba todo el día, que no le daba tiempo para ella, pero me enseño con tanta dedicación y a su manera, como sabía hacerlo y de ninguna otra manera, porque como dice mi papá “nadie te enseña a criar hijos  y estamos poniendo mucho empeño para que tú y tu hermano sean felices”, no me gusta mucho que ellos me hablen de esas cosas, que me digan que me quieren, y que yo tengo que ser mejor que ellos, ¿mejor en qué? Realmente no entiendo si desean que yo sea mejor madre, o que estudie y trabaje en lo que me gusta, que gane dinero, que forme una familia “como debe ser”. Muchas veces pienso en aquello y siempre camino en círculos dentro de mis pensamientos, temo a muchas cosas y una de ellas es alejarme de las personas que me dieron la vida, no quiero que su pelo se torne plateado y que cuando les pueda decir; mamá, papá, listo hice lo que me dijeron, tengo una familia, trabajo en lo que me gusta, y mis hijos dicen que soy una buena madre. ¿Que pasara conmigo si ellos simplemente ya no están? Es más, ¿eso acaso me asegura la felicidad? Lo único que me quedara será repetir la historia con los míos, y decirles a los niños absolutamente lo mismo, que terminen mi tarea y que llenen con otros el espacio que yo dejare vacío cuando me valla.
Amo la vida, si dependiera de mí no la abandonaría y precisamente me gustaría vivir siempre en los 16 la edad perfecta para algunos y la más difícil para otros, pero yo la considero neutral, porque no se es tan pequeño, tampoco tan mayor, tienes la vibra pero tampoco la exageras, eres un poco más consciente de lo que ocurre y lo mejor de todo y sin duda lo más maravilloso el amor a respirar, a conocer, a entender, y a crear.
Supongo que cuando creces entiendes cosas como por que tu madre te alimenta, cuida y educa durante tanto tiempo voluntariamente, sin recibir una remuneración o algo que pueda contrarrestar la pena del sacrificio.

Según Fromm el amor de la madre es como dije anteriormente “incondicional”, ella te quiere por la simple razón de que eres su hijo, la diferencia del amor maternal con el paternal es que el padre es mucho más duro cuanto a amor respecta y ellos según Fromm ponen condiciones, me refiero a que uno debe hacer las cosas correctamente para que los padres nos amen, en cambio las madres están ahí para ayudarnos y amarnos en los triunfos y derrotas.


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